La ministra vocera de Gobierno, Camila Vallejo, lleva cuatro años viviendo en Ñuñoa junto a su esposo Abel Zicavo, su hija Adela, su gato Tanga y la nueva gatita Sakura. Además, se destaca como la única ministra del gabinete que ha permanecido en el cargo desde sus días como dirigentes estudiantiles junto al presidente Boric.

En una entrevista con Revista Velvet, la ministra reveló que durante su infancia era introvertida y curiosa. En su adolescencia fue estudiosa pero también tuvo una etapa de salir con amigos hip hoperos en La Florida. Durante sus años universitarios se enfocó en reuniones, puntos de prensa y asambleas renunciando a muchas fiestas y carretes que sus amigos tenían. Su exposición pública llegó a limitarla perdiendo ciertas libertades.

Cuando ingresó al Congreso y se separó del padre de su hija decidió buscar equilibrio buscando desprenderse de las culpas gracias al feminismo. Asegurando que ha superado sus umbrales de intensidad pero recordando siempre que es un ser humano con derecho a disfrutar de la vida.

En cuanto a su vida amorosa admitió que cuando decidió vivir sola por primera vez pensaba que nadie querría tener una relación estable con una mujer joven en política tan expuesta como ella pero todo dio un vuelco cuando conoció a Abel.

Como ministra ha tenido momentos difíciles como el cambio de gabinete después del plebiscito del 4 de septiembre e incluso enfrentar actitudes anticomunistas hacia ella o situaciones violentas relacionadas con el Presidente.

Sobre su futuro político, Camila bloquea cualquier idea de candidaturas futuras ya que considera que su tarea es ser ministra de Estado del Presidente Boric.

En cuanto a su relación con el presidente, admite que no tuvieron una relación de amistad y complicidad desde 2011 pero han logrado construir una complicidad desde el gobierno y considera que ahora tienen una relación de mayor amistad y compañeros de ruta.

Finalmente, reconoce que gobernar en este momento es difícil pero es lo que les toca y aunque existan dificultades, lo importante es enfrentarlas y no dejarlas pasar como en casos de corrupción.