Las redes sociales no son perjudiciales para los niños y adolescentes, según una nueva investigación realizada por la Universidad Noruega de Ciencia y Tecnología. A pesar de los numerosos estudios que afirman lo contrario, este estudio ha encontrado que no existen pruebas suficientes para demostrar una relación causal entre el uso de las redes sociales y problemas de salud mental en jóvenes.

La investigación, que siguió a 800 niños durante seis años, descubrió que un mayor uso de las redes sociales no estaba relacionado con el desarrollo de síntomas de ansiedad y depresión. Incluso aquellos jóvenes que presentaron más síntomas a lo largo del tiempo no cambiaron sus hábitos en las redes sociales.

La profesora Silje Steinsbekk aseguró que aunque algunos jóvenes puedan tener experiencias negativas en las redes sociales o sentirse adictos o excluidos, esto no significa necesariamente un mayor riesgo de desarrollar problemas mentales. Algunas personas pueden ser especialmente vulnerables a estos efectos negativos, por lo tanto es importante identificarlos.

El estudio reveló además resultados similares tanto para niños como niñas, independientemente si publicaban contenido en sus propias páginas o interactuaban con publicaciones hechas por otros usuarios.

A pesar de la preocupación generalizada acerca del impacto negativa de las redes sociales en la salud mental, otros estudios también han concluido resultados mixtos sobre esta temática. Según Steinsbekk «las correlaciones son débiles» y ninguna conclusión definitiva puede ser extraída hasta el momento.

Por otro lado, la profesora destaca los aspectos positivos que ofrecen las redes sociales como lugares donde se puede encontrar comunidad y pertenencia, facilitar el contacto con amigos y familiares y servir como plataformas de apoyo social. Además, puede ayudar a jóvenes con pocos amigos a combatir la soledad.

En conclusión, aunque existen preocupaciones acerca del impacto de las redes sociales en la salud mental de los niños y adolescentes, esta investigación demuestra que no hay pruebas suficientes para demostrar una relación directa entre su uso y problemas mentales. Es importante seguir investigando para comprender mejor cómo afectan las redes sociales a cada individuo dependiendo de su contexto personal y uso específico.