Cinco tripulantes del sumergible Titan experimentaron sus últimos momentos de vida en una angustiante situación. Mientras se encontraban a 1.700 metros de profundidad en su viaje hacia el Titanic, ocurrió una falla eléctrica que dejó a la nave sin motor ni propulsión. El ingeniero español y marino mercante José Luis Martín detalló que este incidente provocó un cambio de posición repentino, haciendo que el submarino cayera verticalmente como una flecha debido al desequilibrio ocasionado por los pasajeros ubicados en la parte superior.
En medio de la oscuridad total, los tripulantes se precipitaron y se amontonaron unos encima de otros, generando horror, miedo y agonía. Martín describió esta situación como una película de terror. Según él, durante los segundos finales antes de la implosión fatal, fueron plenamente conscientes de su destino mientras caían sin control.
El ingeniero estima que este calvario duró entre 48 y 71 segundos antes del momento en que ocurrió la implosión final. Este periodo fue extremadamente difícil para todos los ocupantes del submarino, ya que sabían que su fin estaba cerca y estaban cayendo sin poder hacer nada al respecto.
La muerte llegó abruptamente con una implosión comparable a pinchar un globo, causando un fallecimiento instantáneo para aquellos dentro del Titan.